Concepción
Hacer de la carencia, hábitat; ¡qué extrañas ideas tienes! La tierra firme bajo el manto oceánico, el fondo que anhelaba el ancla fui yo mismo. No acepto santa misión: en vano habría sido la asistencia al funeral del espíritu incorpóreo. El miedo, arquitecto de toda ilusión, cree que me va seducir con viejos misticismos. A través del intersticio entre sujeto y objeto se quiere inmiscuir de nuevo la usurpadora metafísica demandando sumisión. La eternidad está haciendo el ridículo con su insulso disfraz de presente; ¡tú también sientes palpitar al porvenir! Con tu piel, su pulso percutivo y la vibración de las aguas rebosantes, el sonido de nuestra futura canción. No quiero volver al uno, quiero el mérito de tu obsesión.