Escher
Dos vidas distantes resultaron ser vecinas en un espacio replegado por la fuerza de la afinidad. Sus jardines anhelando fundirse en un solo vergel dieron a enredarse en geometrías de vanguardia: como las manos dibujándose, la galería del arte del puerto que está en el cuadro exhibido en ella o el ojo que contiene a la galaxia que contiene al ojo, la casa de uno habita la casa del otro y en la del otro habita la del uno, solo que en vez de encogerse infinitésimos cada vez que se adentran, crecen.