Fluir
Si ya fue la última vez que te vi y tal vez nos debimos despedir mejor (con los ojos cerrados, las manos aferradas y nuestras frentes apenas apoyándose una a la otra), quiero que sepas que aquella vez en la que —inocentes del porvenir— tú aprendías a darle vida a las flores mientras yo arpegiaba raros acordes, fui feliz, fue profundamente feliz, y sentí que por fin no estaba solo. (y en verdad te agradezco porque así fueron tantos momentos en los que se casi que se detenía el tiempo y vivir valía la dicha).