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Mostrando las entradas de abril, 2020

Fluir

Si ya fue  la última vez que te vi y tal vez nos debimos despedir mejor (con los ojos cerrados, las manos aferradas  y nuestras frentes apenas apoyándose una a la otra),  quiero que sepas que aquella vez en la que —inocentes del porvenir— tú aprendías a darle vida a las flores mientras yo arpegiaba raros acordes, fui feliz,  fue profundamente feliz, y sentí  que por fin no estaba solo. (y en verdad te agradezco  porque  así  fueron tantos momentos en los que se casi que se detenía el tiempo  y vivir valía la dicha).

Apofenia

Los ojos de la tristeza son especialmente agudos para ver un arreglo de hojas sueltas como un bosque de los símbolos. La boca de la tristeza es especialmente elocuente para dotar de sentido a lo aleatorio. Los oídos de la tristeza son especialmente precisos para escuchar mensajes en los fatigados efluvios de los púlsares.

Apnea

Desamparado por el sol de verano y su silencio cómplice las olas de un mar picado me secuestran. Soy un frágil y temporal arreglo de moléculas: la merced del ávido arrebato con el que las aguas me llevan a sus entrañas lo demuestran. Remolinos de caos me desorientan y me condenan cada vez más a lo profundo. Rayos de luz como espadas penetrando el receptáculo, imágenes fractales del cielo, burbujas que se alejan hacia ellas llevándose los últimos vestigios de mis fuerzas. Y yo cada vez más allí me hundo. Y, de repente, cuando dejo de luchar por una bocanada y me entrego a la voluntad indiferente del dios océano, me doy cuenta que respirar no era necesario. Me doy cuenta de que en el lo más oscuro del azul acuático encuentro la calma de retornar a mi verdadera casa.

Boddha

En el aniversario de tu soledad que yo entonces desconocía viniste a visitarme anoche con las palabras de una criatura amorosa, aunque anhedónica y autodestructiva. Elogiaste la combustión súbita sobre el desvanecimiento de la llama, y si bien se le llama nirvana a la extinción del fuego que emana del centro de la caverna de la ilusión de mi alma, te ruego que tus próximos susurros alimenten el calor, la luz, la protección, el poder, y el refugio que brotan de esta tímida hoguera que con esfuerzo trato de mantener viva. No es necesario que me recuerdes que todo lo que arde se apaga.