estroboscopia
Descendí hasta las profundidades del tiempo, allí donde los instantes no tienen continuidad. Entre un fotograma y otro descubrí que en cada momento un mundo estático y efímero se extingue para siempre. Descendí hasta la mínima duración en la que se desenvuelve el espacio y bajo una ilusión parpadeante decidí despojarme de la substancia y sentir el vértigo del vacío. Resultó que desde el principio yo no era nada. Descendí hasta donde se aglomeran todos los seres humanos. Quería sentirme vivo bajo el efecto retumbante del pulso de 7 millardos de corazones palpitando. Sólo logré que me impregnaran de su soledad.