¿Cuántas veces no he soñado con tu fluorescencia, con tus colores eléctricos y tu ritmo de ascenso? ¿Cuántas veces no he sugerido que tú sientes de la misma manera en que yo siento? ¿Cuántas veces no habré pensado en ser un rayo de luz y traspasar tu cuerpo? ¿No te das cuenta que lo que deseo es arder entre tus brazos y sentir la paz de tu veneno?
quero verme envuelto entre tus signos triádicos y caer preso en tus urdimbres de significado, quiero ser abducido e interpretado, quiero ser construído por las conjeturas que hagas sobre mí.
No se puede calcular con exactitud el ritmo bradicárdico del pulsar pues este astro se pone nervioso cada vez que alguien lo observa. Su lentitud, acelerada, es indistinguible de la normalidad.
La luz de la vela por la energía ausente, la decidida paciencia para el año dos mil nueve, el torpe paso con el que las instituciones se mueven y las inquietudes que los reúnen en torno a la voluntad de la muerte, todo, todo confluye, todo conspira, todo te lleva a la vida que mereces.
Elefante morado de patas gordas, enano y de ojos chinos, tu dulce plena existencia solo al tacto visible, fue expulsada desde el vacío y fue a parar justo al jardín de los sensaciones más placenteras que he percibido.
Espero ser eclipsado por tu umbra, y ver que ese resplandor magnífico delinee tu silueta. Quiero ver cómo el universo te honra con perlas, coronas y toda clase de joyas. Quiero estar en el lugar y el momento exactos en los que se pueda verificar que la luz de las estrellas se desvía buscando tú corazón cuando tú estás cerca.