Fisiológicamente hablando, tu presencia crea una sensación de bienestar, de tal manera que mi cuerpo se armoniza funcionalmente y mi conciencia es consciente de ello. Por los umbrales mínimos de mis capacidades perceptivas pasan con disimulo moléculas tuyas, diplomáticas moléculas tuyas que se encargan de llamar mi atención, aumentar la circulación y provocar que oscile la carga eléctrica de mis neuronas. Toda percepción de ti, de tu cuerpo y de tus ideas, en tanto que es orgánicamente agradable va programando a mis células y a las propiedades emergentes de los conjuntos constituidos de ellas; y así, cada vez que a mi sistema llega cualquier dato de algo que insinúe tu presencia, todos los factores endógenos se van preparando para que se pueda aprovechar la manifestación de tu existencia de la manera más óptima y eficiente. Y como mi sistema nervioso nunca se ve defraudado, se refuerza con suma intensidad esta dinámica estímulo-respuesta que le da una gran sensación de bienestar a mi ...