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Mostrando las entradas de enero, 2006

Algo mínimo

Deslumbra tu color preferido. Vislumbro tu dolor preferido.

Memética

Los encuentros que con tacto se acuerdan pero que con miedo se aplazan, los escalofríos que recorren malvados cada esquina de mi casa y la vacuidad que maulla en mis vísceras (causada por la promesas incompletas), al ver la ineptitud de mi memoria quieren grabar en todas mis células -si se puede en mi información genética- instrucciones precisas para producirme dolor y para hacer de mi persona algo calculable. Lástima para ellos porque la divinidad en mí supera lo estrictamente biológico, lástima porque la complejidad emergente engendrada por los bucles de las sencillas a, g, t y c, hace de mi conciencia algo estrictamente innatural.

Hedor ambiental

Quisiera estar un poco más lejos de esa flora y esa fauna que circulan en el templo local de Artemisa, donde aprendí a decidir. No me gustan las tortugas, ni los topos, ni los tiburones, muchísimo menos las rémoras, los murciélagos vampiros, las plantas enredaderas, y aborrezco por supuesto a la especie más despreciable: los insectos que viven sólo de la imitación. Bien me había advertido mi religión que eran inmundos todos esos organismos mal dispuestos y fofos que con inútil saber y orgullo vacuo se defienden, que se vengan con la misericordia, que roban lo que lactan y que se jactan de la nada.

24-01

Sólo te ruego que no te tardes, alegría mía, no te tardes... pues las tardes se hacen noches, y luego otra vez días.

Cinco costumbres inconfesables

Las cinco raras costumbres que me obligó a confesar legalv las escribí aquí . Y, a propósito, invito a escribir sus cinco costumbres a: Juanpa - Jhonny - Shaikai - srguillot - Mauricio

Lamento

Quizá lo que más me llama la atención de ti es la distancia que impones con sutileza y cómo se camufla entre tu amable amistad la advertencia de no acercarse a tus secretos. De mi parte es para lamentarse porque no he conocido a nadie cuyo regocijo sea tan inmensamente parecido al mío; lo lamento porque bien podríamos juntos deleitarnos en la sensación de que no somos tan "únicos". No pude desencriptarlo, nada que hacer.

Memoria

Aunque mi memoria sea, más bien, una facultad de evocaciones, ante una paulatina pérdida de lo ocurrido hace poco sólo queda aprender a ser más metódico: en la mañana una hora de poiesis ; en la noche, una de olvido. Recordar enlazar con armonía lo que llama la atención y lo inconsciente, y, llegado su momento, aprender a ser diestro con los recuerdos.

Pseudoprepostcontemporaneidad

Me gusta mi época, su música, su cine, su arte, su tecnología, el abrumador acceso libre a la información y la lenta proliferación de seres de mentes limpias que no se tienen que aferrar a cada cosa. Me gusta mi época, el paulatino y tranquilo reconocimiento de lo absurdo y, aun así, la pérdida del miedo a lo infinito; la especialización del saber, la usabilidad de la red, la oferta de todas las cosas, las asociaciones por cualquier causa; sobre todo, la por fin actual posibilidad de diseñar al hombre. Lamento contigo tan sólo la terrible competencia que no sé qué tan esencial le sea a todo el proceso, que no permite que lo apreciemos, que nos ahorca, que lo requiere todo pronto, que nos enreda la lengua, que hace que mis amigos se vuelvan meros esquemas sin contenido, productivos, amables, pero insípidos. Pero bueno, la vida ha de olvidarnos, así que mejor me olvidaré de la vida.

Fe

De todo lo que se vislumbra entre sueños líquidos, viajes mágicos, dulces coincidencias y gentil servidumbre, nada más bello que la pureza del aire que respiro. Esta noche quizá vuelva seducido por la hermosura de tus cenizas y engañado por lo orgulloso que me siento de mi fe en ti.