Sí, quizá pueda ser eso: tengo mirada de peregrino, de alguien que se piensa en un estado intermedio y parece tratar a los otros como si todo lo presente fuera siempre esencialmente in esencial. Puede ser entonces que tenga mirada de peregrino y garbo de misterioso forastero de quién sabe dónde y que quién sabe para dónde va. Algo así como un quién sabe quién con ínfulas de caballero de la inconmensurabilidad. Sujeto de una extraña extrañeza, esta mente supuestamente proyectada a lo lejos con su incompatible destreza velaría quién sabe cuántos secretos e intenciones tras su amabilísima indiferencia. Así pues, estaré siendo acusado, seguramente, de ser un espíritu que en sus profundidades es desapegado, misticista, maquiavélico, hedonista, orgulloso, lejano y cauteloso -un cóctel de adjetivos algo arbitrarios y quizá hasta incompatibles-. Suponiendo que el espíritu tuviera un fondo que mi intencionalidad fuera tan compleja, que fueran ciertos los adjetivos -y han de serlo en algún senti...