Excepto
Mi tendón se desafinó por un momento y la música entonces adquirió un espíritu color negro. Fue el instante más brillante de nuestra banda: de pronto todo sincronizaba y la armonía se confundía con la -aquí ya mencionada- melancólica esencia del mundo. Orquestamos nuestros movimientos en una profunda meditación y muy a pesar de nuestra piel olvidamos los límites de nuestro cuerpo para sentirnos uno con el sonido. Y la lírica -absurda como todas las buenas líricas- decía: Me pregunto si realmente miento. . . cuando miento. Me pregunto si alguien gusta de mi «excepto» .