domingo, 23 de mayo de 2004

(impureza)

Imitando a cerdos, revolcándose en el fango,
cual seres impuros hallé a tus corceles blancos.
Todo un campo abierto, y su dulce hierba,
los truncaron ellos por oscura niebla.
Las liebrecillas espinas se hallaban moldeando
para cubrir sus pellejos débiles y blandos;
más para esa amenaza no hay ningún camuflaje
y nada herirá al agua que con la lluvia cae.
Más allá de dilemas de puercoespines falsos
vi esos hambrientos lobos que se seguían los pasos:
uno tras del otro, otro tras del uno,
en un árido ciclo sin final alguno.

Era pues este sitio tan putrefacto que las plagas habían ya desertado: las ratas, las moscas y sus larvillas prefirieron volverse, todas ellas, herbívoras. Vi también águilas criadas entre gallinas asistiendo a una mujer que paría víboras. De verdad este sitio era tan putrefacto, y lo peor de todo eran los lisiados, que durante la noche larga con largas uñas maltrataban sus heridas sin dulzura, para al otro día poder ofrecerlas, y así alimentarse de la conmiseración ajena.

Ya esta visión de total impureza, donde el impuro hedor de impuras tristezas se encerraba entre las falsas murallas de una falsa fortaleza, me hizo entender. . .
que no quiero alimentarme de tu miseria.

sábado, 22 de mayo de 2004

Qué bueno es ser tonto, qué feliz me siento.
No puedo creer que haya pasado tanto tiempo,
si fue apenas hace 172800 instantes de un segundo que te abandoné
en el límite cuyo eje es aquel árbol simétrico que logró agradarte.
¿Y aún así insistes en que soy un caballero?
¿No puedes ver lo irónico y contradictorio que soy?
Qué bueno es ser tonto, qué feliz me siento.

viernes, 21 de mayo de 2004

El peligro del fuego es algo que los organismos perciben. Un ratón es comestible por un organismo de características similares a las de un gato, aunque el único ser viviente existente en el universo fuera el ratón y viviera en una luna de queso de condiciones adecuadas para la supervivencia. En el ordenamiento de la luz ambiente me proveen tus labios la posibilidad de ser besados. Ellos serían besables aunque no existiera en el mundo ninguna otra boca; esto significa que, si existiera un organismo con una contextura espiritual y física como la mía, ese organismo podría percibir el magnetismo de la orilla húmeda de pliegues blandos y rosados por donde prófugos suspiros escapan del corazón donde los has encarcelado.

jueves, 20 de mayo de 2004

En ese espacio cotidiano en el que siempre me detengo a observar el mundo girar alrededor mío, especialmente enajenante mientras dura la lluvia, no recuerdo jamás haber estado acompañado. No parece posible. Allí tú, en frente mío, mirándome de reojo, disimuladamente, arreglando tu cabello, limpiando el agua de tu frente, jugando el contradictorio juego, llamando la atención siendo indiferente, rozándome un par de veces sin querer, pero intencionalmente. Quisiera poder recordar tu rostro, sé que sigue siendo hermoso. Allí yo, jugando con la bruma en la ventana, tratando de fijar en algo mi mirada, divagando por los paisajes de mi alma salvaje. Deseé que me concedieras un deseo. Deseé coincidencia en nuestro punto de alunizaje.

miércoles, 19 de mayo de 2004

Calculo que esta pequeña araña, que osa pasar tan cerca de mis ojos, está colgando a dos metros y medio del techo. Calculo que habrá un virus en su red. Es increíble que salga ese largo hilo de sus entrañas. Nada tiene conexión para mí: la soledad y sus patrañas. El cansancio ha rasguñado mis esperanzas. Este gato que me acompaña desde hace años también araña. Es paradójico que tu voz me haya sacado de un sueño esta mañana. Es frustrante que ayer haya llovido pedazos de muro aislando el punto de partida de nuestra campaña. Eres tan malvada, quitándole a las moscas sus alas. Eres tan capaz de hacer hazañas, aunque se haya desangrado lo que extrañas. ¿No puedes dejar de raptar mi alma? Déjame volar, ahora me siento vivo. Déjame decir absurdamente lo que quiero. Si no soy explícito, es porque no puedo.

martes, 18 de mayo de 2004

No me veo claramente en el espejo,
tu niebla se interpone entre nosotros,
al ver tus ojos no me reflejo en ellos;
cuando acaricio tu cabello,
no sientes ningún movimiento;
aquellos tesoros cedidos,
no alteran tu peso;
el aire no se te ha hecho más cálido;
mi presencia, no la has notado.

¿De tanto jugar a esconderme, me volví incorpóreo?,
¿tan incorpóreo, hasta que quedé en silencio?,
¿tan silencioso, que ahora estoy vacío?,
¿y este vacío, devino transparencia?,
¿tan transparente?,
¿tan invisible?...

domingo, 16 de mayo de 2004

Être déchiré
(o de las maneras en que ellas asesinan a quienes las aman)

Caso 3:

Él quería regalarle su corazón. Había ahorrado toda la semana para comprarlo, se había empinado muy alto sobre la vitrina de la panadería para poder pagarlo, y después de tenerlo en sus manos, listo para ofrecerlo, lo dejó caer y se rompió. Y muy triste se sintió, viendo su regalo hecho boronas en el piso, viendo a la perrita de la vecina devorando los pedazos más grandes. Siempre regaba la sopa y dejaba caer los pocillos, la mamá no sabía que hacer con él, pero así lo quería, y él nunca se había comido un helado sin quedar al final con la cara tan sucia como la de un vagabundo.

Entonces pensó en enseñarle a ella, a la niña a la que le iba a regalar el corazón, a montar bicicleta. Se lavó bien la cara después del almuerzo, afinó los pedales y se dirigió al parque donde siempre podía encontrarla sola, dibujando gatos, antes de hacer las tareas. Y le comentó la idea, iluminando ese bello y pulcro rostro que jugaba detrás de unos rubios y cortos ricitos.

Ella se reía nerviosa mientras ensillaba el caballo de acero. Él era en ese momento un orgulloso maestro, aunque todavía no había incursionado en el arte de manejar sin las ruedas de seguridad; y, tomando el manubrio con la mano derecha y el sillín con la mano izquierda, la condujo a un paseo por las nubes con tan sólo darle un par de vueltas al parque donde siempre podía encontrarla sola, dibujando gatos, antes de hacer las tareas.

-"¡Pedalea!"

Y ella lo miró como si no entendiera.

-"Dale vuelticas a los pedales, a esos"

Y ella miró hacia abajo, encogió los pies y los puso donde él señalaba, hizo mucha fuerza hacia delante -bueno, eso parecía- y, como no pasaba nada, pensó que debía hacer fuerza hacia atrás. Y ha sabido sentarle con el pedal derecho tal golpe en la espinilla a aquel desprevenido niño que se hallaba cada vez más cerca de ella, que inmediatamente el pobre cayó al piso y se enredó con la bicicleta, haciéndola caer también a ella.

Como ella era muy valiente y no lloraba en público aunque se hubiera pelado las manos, él tuvo que contener las lágrimas producidas por el gran moretón que emergía sobre su pierna, y tuvo que apretar los labios para devolver el grito de dolor al estómago. Ella se encontró con una fuerte y larga ramita mientras estaba en el piso, la recogió y se puso de pie. Él ya se había parado como un resorte, se hallaba ya sobre la bicicleta, le dijo a ella que así no era y procedió a mostrarle cómo sí era. Entonces tomó distancia, se ubicó correctamente para poder pasar al frente del lugar donde ella se había sentado, y se propuso realizar una gran hazaña de velocidad. Adoptó una posición aerodinámica y comenzó a pedalear como loco -hacia delante. Las fracciones del instante siguiente bastaron para que ella no soportara la inocente tentación de meter la rama entre los radios de la rueda. Y la rama resultó más fuerte de lo que pensaba, y así de pronto se hallaba él surcando los aires, moviendo los brazos y las piernas como si el cielo fuera una piscina, y cayó. Y su conciencia se diluyó para siempre mientras contemplaba el rostro de la niña, en el parque donde siempre podía encontrarla sola, dibujando gatos, antes de hacer las tareas.

sábado, 15 de mayo de 2004

No es sutil la diferencia entre lo que se quiere
y lo que se quiere querer.
El amor no es compasión,
en el sentido de padecer tus hirientemente punzantes afecciones en mí.
Por el amor no se vive la miseria ajena como propia,
no se siente el dolor del otro en uno mismo.

Nadie merecería ser amado, si eso fuera así;
no buscaría en tus ojos el bien,
no buscaríamos lo divino, lo inmortal y lo bello.
Nada podría ser engendrado, si eso fuera así,
pues lo que tiene impulso creador
no puede acercarse a lo horrible para engendrar.

El amor verdadero se dirige hacia la belleza,
hacia la riqueza y la nobleza,
busca suelo fértil,
un lugar próspero
donde depositar las semillas.

El amor es esencialmente egoísmo:
Si quiero ver pura tu tristeza,
libre del impulso autodestructivo,
del miedo a la soledad y al silencio,
de la tentación de mostrar la miseria
para hallar consuelo externo,
del afán de mendigar cariño
y el acostumbrarse a la limosna,
de la asquerosa resignación,
del inmerecido desprecio compensativo,
de los falsos dioses que fundiste,
de las quiméricas barreras que interpones entre tu existencia y el mundo,
de todo eso que te invita a llenar el vacío con cualquier cosa,
y de toda esa maleza,
[Si quiero ver pura tu tristeza,]
es sólo porque allí, entre esas espinosas asperezas,
mis virtudes no podrían florecer.

viernes, 7 de mayo de 2004



"Las tristes fisuras de la esfera se revelan levemente
anticipando el destino que conocí cuando soñé con ella.
Cuando soñé con ella,
lastimaba mi tacto,
la superficie cortaba la piel al irla acariciando.
Al irla acariciando,
sentía profundos los surcos que va creando
sobre su superficie
el constante fluir de la sangre."


Sedna. La cicatriz que te hiciste se borrará, excepto quizás en los dos puntos en los que te excediste. Pero la soledad no se irá desvaneciendo. No lastimes más tu antebrazo, no escribas más esas letras, no castigues la tersa frialdad de tu piel, a través de la cual yo siento el núcleo, cálida esencia que, tal como la mía, de oscuridad se alimenta.

¿Acaso no basta todo lo que nos lo recuerda?
¿Podrías hallar una peor estrategia?

Que no vuelvan los satélites que te han abandonado llevándose la luz de tus noches, que no es necesario. Tú eres una estrella, tú puedes brillar con luz propia. Sin necesidad de romper la corteza, la furiosa voluntad de llegar a ser lo que se es, la fuerza de una estela encerrada en un astro errante, permitirá que ilumines las noches de otros oscuros soles.
Ya no habrá una soledad por la cual preocuparse…

Hoy descubrí muchas cosas y debo agradecerte. Cambios radicales implican un alto precio: tengo miedo y algo me duele. La punta de una espada mística como la que estabas dibujando ha trazado la misma palabra sobre la superficie que constituye mi esencia (yo no distingo un corte superficial de una herida profunda, soy un vacío volcado hacia fuera).

Y te digo que tengo miedo de mis sueños,
pues ya había soñado con esto.
La cita que está debajo del dibujo que te hice
es lo único que iba a escribir hoy,
de hecho lo había escrito hace ya mucho tiempo…

¿entiendes por qué me siento como me siento?

miércoles, 5 de mayo de 2004

Mellon Collie.
El regalo que se desvanece.
Mis manos vacías.
Tu pronta huída.
Mis pies atados.
La bilis negra.
La bilis negra.
La bilis negra.

lunes, 3 de mayo de 2004

¿Qué puedo hacer para pronunciar bien este "¡arghhhhhhhhhhhhhhhhh!" que está obstruyendo mi respiración?

domingo, 2 de mayo de 2004

Astro moribundo. Pareciera que este planeta se acerca a su final: Su núcleo, tal como mi esfera, se está agrietando. Ningún astro ha querido atraparlo y se traslada, tal como mi mente, fuera de órbita, errante por el espacio, como buscando la nada. Sus satélites se fueron, no hay nadie que refleje ahora la luz de alguna estrella. Se mueven las partículas, alejándose entre sí (y, en vez de hacerse más cálido, todo se está enfriando): quizá los átomos dejaron de amarse. La energía se ha degradado casi hasta su peor calidad. Su gravedad se debilita, sin aumentar volumen ha perdido densidad. El aire cálido vuelve a ser mar, el mar vuelve a ser tierra, la tierra, fuego, y mi alma etérea retorna a la humedad.

[En el trasfondo te dibuje "Disgregación" y dejé, más abajo, un espacio vacío para que juegues con los astros errantes.]