viernes, 7 de mayo de 2004



"Las tristes fisuras de la esfera se revelan levemente
anticipando el destino que conocí cuando soñé con ella.
Cuando soñé con ella,
lastimaba mi tacto,
la superficie cortaba la piel al irla acariciando.
Al irla acariciando,
sentía profundos los surcos que va creando
sobre su superficie
el constante fluir de la sangre."


Sedna. La cicatriz que te hiciste se borrará, excepto quizás en los dos puntos en los que te excediste. Pero la soledad no se irá desvaneciendo. No lastimes más tu antebrazo, no escribas más esas letras, no castigues la tersa frialdad de tu piel, a través de la cual yo siento el núcleo, cálida esencia que, tal como la mía, de oscuridad se alimenta.

¿Acaso no basta todo lo que nos lo recuerda?
¿Podrías hallar una peor estrategia?

Que no vuelvan los satélites que te han abandonado llevándose la luz de tus noches, que no es necesario. Tú eres una estrella, tú puedes brillar con luz propia. Sin necesidad de romper la corteza, la furiosa voluntad de llegar a ser lo que se es, la fuerza de una estela encerrada en un astro errante, permitirá que ilumines las noches de otros oscuros soles.
Ya no habrá una soledad por la cual preocuparse…

Hoy descubrí muchas cosas y debo agradecerte. Cambios radicales implican un alto precio: tengo miedo y algo me duele. La punta de una espada mística como la que estabas dibujando ha trazado la misma palabra sobre la superficie que constituye mi esencia (yo no distingo un corte superficial de una herida profunda, soy un vacío volcado hacia fuera).

Y te digo que tengo miedo de mis sueños,
pues ya había soñado con esto.
La cita que está debajo del dibujo que te hice
es lo único que iba a escribir hoy,
de hecho lo había escrito hace ya mucho tiempo…

¿entiendes por qué me siento como me siento?