jueves, 20 de mayo de 2004

En ese espacio cotidiano en el que siempre me detengo a observar el mundo girar alrededor mío, especialmente enajenante mientras dura la lluvia, no recuerdo jamás haber estado acompañado. No parece posible. Allí tú, en frente mío, mirándome de reojo, disimuladamente, arreglando tu cabello, limpiando el agua de tu frente, jugando el contradictorio juego, llamando la atención siendo indiferente, rozándome un par de veces sin querer, pero intencionalmente. Quisiera poder recordar tu rostro, sé que sigue siendo hermoso. Allí yo, jugando con la bruma en la ventana, tratando de fijar en algo mi mirada, divagando por los paisajes de mi alma salvaje. Deseé que me concedieras un deseo. Deseé coincidencia en nuestro punto de alunizaje.

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