martes, 29 de noviembre de 2005

Excepto

Mi tendón se desafinó por un momento
y la música entonces adquirió un espíritu color negro.
Fue el instante más brillante de nuestra banda:
de pronto todo sincronizaba
y la armonía se confundía con la -aquí ya mencionada-
melancólica esencia del mundo.
Orquestamos nuestros movimientos en una profunda meditación
y muy a pesar de nuestra piel
olvidamos los límites de nuestro cuerpo
para sentirnos uno con el sonido.
Y la lírica -absurda como todas las buenas líricas- decía:
Me pregunto si realmente miento. . .
cuando miento.
Me pregunto si alguien gusta de mi «excepto».

domingo, 20 de noviembre de 2005

Preciosa piedra

Añoro llegar a tu hogar
-en especial a aquel lugar donde reposas-
y aferrarme a tus piernas.
Verte encogida en el suelo
evocando el vientre materno,
en aquella esquina donde confluyen
los mejores claroscuros.
Contemplarte paulatinamente
a través de tres planos rectangulares.
Admirar el velo negro que te cubre totalmente
excepto por tu mirada fija y tus parpados oscurecidos.
Me perdí al venir a buscarte
y quiero imaginar que estoy cerca de ti
pero la verdad es que no sé dónde estoy
ni reconozco el camino que me ha traído.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Augurio

Hoy tuve una premonición acerca de ti
y, gracias a los grandes y brillantes ojos de tu ser futuro,
supe con la mayor certeza que me es permitida
la razón por la cual lo divino llorará lágrimas de amor por ti.
Te imagine salvaguardándome de este terrible hedor
de la angustia del apego que se tiene que aferrar a algo.
Flotabas en el aire, odiabas los fundamentos
y yo era el médium de la Providencia:
mi cuerpo era su voz, tu tacto la escuchaba.
Apesta a dogmatismo y a mismidad,
a olvido, a importancia y a propiedad;
a afrenta y a pasividad.
Quisiera poder amar, entender y escuchar a mi melancolía
tanto como lo haré con tu cruel santidad.
Heme aquí añorando lo que no sé si fue o será,
o ni fue ni será, o si fue y será,
eliminándome en aquel ambiente cálido y líquido
propiciado por la muy roja aunque tenue llama
de la entrega afligida de nuestras voluntades.
Heme aquí enrevesado, confundido y, en el fondo,
débil, impotente e inexpresivo.
Mas a través de mis armas
amputadas, consumidas, cohibidas y apocadas,
me anticipo en la visión de la grandeza
con la que me adornarán
el sudor, la astucia y la espontaneidad de tu espíritu,
y en el olor de un precioso aislamiento,
cuando logres aniquilar mi individualidad.