lunes, 30 de agosto de 2004

jueves, 19 de agosto de 2004

Blackout

No recuerdo exactamente lo que te quería decir,
sólo tengo una vaga noción de la bruma color índigo
que me acobija
cuando mi conciencia es tan sólo un lugar a través del cual
pasan las vivencias
y la feliz sensación de haber vencido la impaciencia.
No recuerdo exactamente lo que te quería decir,
pero sé que tenía que ver con el cálido refugio
que me brindas
cuando mi conciencia es tan sólo un lugar a través del cual
pasan las vivencias
y la feliz sensación de haber vencido la impaciencia.
No recuerdo exactamente lo que te quería decir,
y no sé si ya te lo dije.
Quizá ya lo sabes.
Es tan confuso vivir el intante próximo un instante antes.
Esto ya lo he vivido.
No recuerdo exactamente lo que te quería decir,
y no sé si ya te lo dije...
¿Qué era lo que te estaba diciendo?

lunes, 16 de agosto de 2004

Idiotas

Como ciudades que se preparan para una guerra de la que no hay señales, levantando armas y fortalezas, y descuidan la cosecha; como felices que crean fantasmas y se vuelven guerreros para luchar contra ellos, regalando su riqueza por una armadura; todos somos idiotas.

viernes, 13 de agosto de 2004

Absurda secuencia signos como reacción al egoísmo que haces mío

Te entiendo porque el egoísmo es quizá la mejor estrategia de supervivencia en este modelo reducido de juego en el que tú y yo somos tan sólo variables, pero bien sabes que eso a mí de nada me sirve, pues mi vida no es mía, así que no me lo sigas enseñando. Estoy aquí para ofrecer todo lo que pueda llegar a ser, y he de trabajar refugiándome en lo inmutable para llegar siquiera a producir un minúsculo rayo. Me he ido enfermando de voluntad de vivir, cuando lo que realmente quiero es llegar a ser tan digno como para morir por ti. Así que busco un trasfondo blanco y un hogar para el olvido, para dejar reposar allí a los que se quieren ir junto a los que ya se han ido.

Vienen y van, y desaparecen, y la verdad es que yo no quiero luchar más por detenerles: descubrí que no tiene sentido. Total, yo soy el más volátil de todos los elementos de impenetrable transparencia.

Todo lo que me has dado fue un regalo inmerecido, el derecho a exigir más realmente nunca lo he tenido. Deja que me evapore en la inconstancia de los bucles de mis sueños, deja que me transporten a la lejanía absoluta del lugar que queda justo encima de ninguna parte. Quédate con todas las coordenadas que puedan brindarme la ilusión de tener un lugar donde volver. Distorsiona el mapa con el que exploraba tu mirada y olvida mis claves. Aniquila estos apegos. Quiero de nuevo estar lejos y conmigo, desatrofiar la plegabilidad horizontal de mi pupila y retomar la habilidad de caer parado.

Mis partes en ti no tendrán dueño si te despojas de la creencia en que soy oscuro. Sin deber, sin culpa, devuélveme el anonimato, la tranquilidad de ser absurdo y el sabor de las horas impredicables, con las instrucciones para aprender los artes que tú tan bien sabes, el arte de llegar por sorpresa y de partir sin previo aviso, y el arte de saber anticiparse. Te dejo intacta la promesa de derramar por ti toda mi sangre, ojalá lo ejecutes en un sacrificio de otoño que del todo la soledad espante. Te doy también otra copia de las llaves de la casa tuya que nunca visitaste. Y por si requieres algo más, tu colección de puntos suspensivos y una infinita hoja donde la vacuidad y la limpieza son ellas una sola propiedad. Por favor, no esperes más, que ahora ni siquiera sé cómo terminar.

martes, 10 de agosto de 2004

Que la fría suavidad se traduzca en calor,
que se regocije mi alma en la tristeza;
pero ¿en qué momento dirás tú
que la fragilidad se convirtió en fortaleza?

viernes, 6 de agosto de 2004

Un forastero y bárbaro ejercito conformado por altas mentiras y robustos desprecios se desliza por mi sangre arrasando la movilidad de mis labios, los extraordinarios dones de mis ojos y la pureza del fluido semitransparente llamado tristeza que sirve de receptáculo a todo lo ocurre dentro de mis venas y arterias. Se desliza saqueando mis más apreciadas reservas para el invierno cruel que se avecina. Pero no hay nadie que cuide las puertas, no hay nadie a quien puedan raptar, nadie a quien puedan violar, nadie a quien puedan matar: todos murieron de combustión espontánea cuando nuestros colores te supieron amargo, murieron preguntando a tu providencia: "¿Por qué escogiste las tierras más áridas para propiciar tu cosecha?", "¿Qué pretendes cultivar allí, sino odio y miseria?", "¿Por qué intentas robar y destruir lo que podría ser por regalo tuyo, si quisieras?".

lunes, 2 de agosto de 2004

Cianemia

La edad del sol, la soledad,
y mi sangre azul etérea
consumen la eternidad
y corroen la tristeza sólida de haber muerto
—sin morirme—
sobre tus ganas imprecisas.

domingo, 1 de agosto de 2004

Menos

Los frutos verdes por fuera, mas tan maduros por dentro que ya hasta el alma del árbol es putrefacta. Y ya es primavera, pero los colores están todos aprisionados. Las livianas esporas ya casi desprendidas, tan livianas y, sin embargo, el viento no quiere llevárselas. No podrían haber raíces más fuertes y ágiles, y aún así cualquier suelo le resulta impenetrable. ¿Por qué este frondoso bosque solitario no merece estar en ninguna parte? ¿Cómo podrá pagar la luz y los nutrientes que le han sido otorgados? ¿De qué manera justificar el milagro de existir sino prosperando? ¿Por qué no podría ser tan sólo un árbol ordinario, de aquellos que guardan la vida en la corteza y no sienten dolor al florecer? Pero no: aquí por savia tenemos bilis negra, y esta maldita melancolía nos hace inmortales, tan inmortales como el silencio. ¿Y quién dijo que queríamos la inmortalidad? Tan sólo queremos que nos destruyas y te nutras de cada partícula, porque cada partícula será semilla si tú la consumes. No quiero ser más, quiero ser menos.