Si la vida surge naturalmente a partir de la materia inorgánica
y hay tantos lugares tan sólo en esta galaxia similares al nuestro
además de cien mil millones de galaxias...
y tan diversos escenarios favorables concebibles
para el surgimiento de los replicantes autopoéticos...
Si la cognición es una adaptación tan provechosa
para enfrentarse a la complejidad del mundo y de los otros,
y la emoción es una función tan simple y bella
para motivar y resumir los cálculos...
Si es tan probable que innumerables animales filósofos
inunden el cielo con innumerables perspectivas,
transformen su ciencia en tecnología
y descubran cómo controlar la energía...
Si como nosotros habrán intentado comunicarse
con otras civilizaciones más allá de su propia estrella...
¿por qué no han hablado con nosotros?
Me temo que por naturaleza propia los seres inteligentes
preocupados por el poder
o por los recursos necesarios para la supervivencia
se habrán visto obligados a entrar en guerra.
Y me temo que llegados a un nivel admirable de conocimiento técnico
habrán encontrado la manera de aniquilarse a sí mismos
en un destello efímero y fulminante
ocurrido antes de hacernos llegar su mensaje...
Me temo que de la misma manera
será imposible para nosotros
actuar en pos de común propósito
y convertiremos la razón
-éste, el mayor privilegio-
en nuestro propio veneno.