Crees que la liviandad es tranquila,
que volar a traves del cielo te hace más libre,
que huir de la gravedad redime.
Te equivocas.
Habiendo roto vínculos
con el centro de la tierra,
el espíritu flota a la deriva
y no le queda sino la nostalgia
de haber tenido fundamentos
y la angustia de no tener a que aferrarse.