En el aniversario de tu soledad
que yo entonces desconocía
viniste a visitarme anoche
con las palabras de una criatura
amorosa,
aunque anhedónica
y autodestructiva.
Elogiaste la combustión súbita
sobre el desvanecimiento de la llama,
y si bien se le llama nirvana
a la extinción del fuego que emana
del centro de la caverna
de la ilusión
de mi alma,
te ruego que tus próximos susurros
alimenten el calor,
la luz,
la protección,
el poder,
y el refugio
que brotan de esta tímida hoguera
que con esfuerzo trato de mantener viva.
No es necesario que me recuerdes
que todo lo que arde se apaga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario