sábado, 17 de agosto de 2019

Inefable

Desplegó dos mil brazos, dos mil piernas, dos mil ojos; 
mil pechos, mil cuellos, mil bocas, mil cabezas, mil rostros; 
gritó un silencio hermoso
que retumbó como mil truenos
incendiando los temores
de una criatura asustadiza
refugiada en las paredes de su corazón.

Mas la seguridad es una falsa ilusión
y no fue todo estruendo y horror.

Aquel grito fue también poema, 
la canción del coro de los arcanos
que lo rescató,
el remanso tejido en los haces 
y frecuencias
en donde su alma se engendró. 

Más allá del gozo,
más allá del dolor, 
más allá de las palabras
o de aquella visión
más allá de las coordenadas 
que dibujan 
el mundo,
más allá de toda división, 
en donde no hay posible descripción,
donde no existes tú
ni existo yo,
en el uno eterno e indivisible:
más allá
nos encontramos los dos. 

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