debo acostumbrarme a observarte
con una mirada fractal:
cuando ante mí en cualquier posición
un retrato de ti se despliegue
un centro aleatoriome será suficiente
para que se itere
en catorce desplazamientos periódicos
hasta obtener un giro total
de belleza radial
proyectada hacia el infinito
desde dimensiones decimales.
Quizá así logre reflejar
la estructura del placer que me das.
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