lunes, 17 de junio de 2019

Ternura

Guayasamín, Madre y niño. 

Sé que eres valiente
y doy fe de lo fuerte que eres:
caerás muchas veces
y te levantarás sin ayuda 
casi siempre.

Sé que no me necesitas
y que no puedo protegerte
de todas las vicisitudes 
del mundo inclemente.

Poco puedo prometerte, 
poco puedo hacer frente
a la crueldad consciente,
frente al horror indiferente.

No escaparás de lo que duele:
de la pérdida, 
el abandono, 
el desprecio,
el olvido,
la enfermedad
o la muerte. 

Pero déjame quererte,
admirarte, complacerte y arroparte.

Eres irrepetible,
déjame retratarte
para recordarte
antes de que la vida se me arrebate.

Déjame ayudarte
e iluminar tus primeros pasos
por el sendero
por el que partirás
más temprano que tarde.

Déjame entretenerte,
déjame darte la atención y el cuidado que mereces
aunque yo no sea suficiente.

Cada consciencia es un milagro
en el que confluye todo accidente
y la ternura es el milagro que hace
que mi fragilidad sea fuerte. 

Déjame protegerte
porque para mí eres el más valioso ser
jamás existente.

Y aunque parezca que todo lazo va a romperse, 
déjame creer que en el amor se trasciende:
atesoraré esos momentos en mi mente
como si la eternidad fuera solo el presente.

No hay comentarios.: