El germen de la siniestra serpiente
se extiende
resiliente
desde un costado de tu espalda,
avanza,
atraviesa tu vientre
queriendo forjar el aro
de tu muerte
con el sello de su boca
ávida
clavándose en el extremo
de su apéndice.
Así,
cuando el inicio y el fin
se encuentren,
el uróboros naciente
desdibujará el epifenómeno
de tu alma
y el tiempo terminará por llevarse
todo recuerdo de ti,
flemático,
fantasma.
Dile a tu lágrima
que no habrá impunidad
en la falta:
la eternidad se le irá
en la prisa que le arrastra;
en la singularidad
sin extensión
que es la nada
se consumirá finalmente el monstruo
por su karma.
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