"Mis meditaciones fundamentales giran sobre dos temas, a saber:
sobre la unidad y sobre el infinito.
Las almas son unidades y los cuerpos multiplicidades, si bien infinitas,
de tal manera que la más pequeña partícula de polvo
contiene un mundo con infinidad de criaturas.
Y los microscopios han mostrado a los ojos
incluso más de un millón de animales vivos en una gota de agua.
Pero las unidades, aunque sean indivisibles y sin partes,
no por ello dejan de representar a las multiplicidades,
más o menos como todos los radios de una circunferencia se reúnen en el centro.
En esta reunión consiste la admirable naturaleza del sentir;
y ello hace también que cada alma sea como un mundo a parte,
representándose al mundo a su manera y según su punto de vista;
y por consiguiente toda alma, desde que empieza a existir,
debe ser tan duradera como el mundo mismo,
del cual ella es el espejo universal.
También esos espejos son universales:
cada alma representa exactamente el universo entero.
En efecto, no hay nada en el mundo que no experimente los efectos del resto,
aunque dicha influencia sea menos notable a medida que aumenta la distancia."
Extracto de la de G. W. Leibniz a la princesa electora Sofía
4 de Noviembre de 1696
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