Uno siempre está aquí:
es imposible estar allá.
Considerando que, o estamos separados
-yo en el lugar que para tí es un "allí"
y tú en las coordenadas que llamas "acá"-
o ocupamos el mismo lugar,
entonces sucede que,
o bien nunca podremos acercarnos
-porque siempre estarás allá y yo aquí
(y yo no me puedo ir para allá porque se convertiría en aquí
y te desplazaría)-,
o bien somos la misma persona
(porque ambos estaríamos aquí y sólo uno puede estar en este lugar).
Por lo que sé
no somos la misma persona.
En consecuencia,
tenemos que aceptar que estamos condenados
a estar siempre en lugares diferentes:
yo seré para tí un "allá",
y tú jamás podrás ser para mí un "aquí".
¡Tragedia!:
nunca podría volver a tocarte
-si es que alguna vez te toqué-.
A no ser que sea posible hablar del acá y allí
como puntos intermedios entre el aquí y el allá:
el allí como una coordenada adyacente
que no escapa del espacio egocéntrico,
el acá como un aquí que permite grados de distancia
y que te acoje en un espacio íntimo entre más te acercas.
En tal caso, sólo el cálculo infinitesimal podría explicarnos
por qué podemos integrarnos a través de un proceso de aproximación
en el cual la distancia se hace más y más pequeña
pero nunca es igual a cero.
¿O serás acaso una faceta de mí que desde ésta yo no puedo controlar?
¿Una consciencia dividida entre dos cuerpos?
¿Es el espacio el lugar donde existen los objetos
o una matriz que surge a partir de las relaciones entre ellos?
Podría considerarse también la posibilidad de que todo el problema
fuese resuelto mediante el contacto,
eso en el caso de que estés dispuesta a abandonar la razón.
No lo sé, no lo sé,
¡suspendo el juicio!
si tú no estás aquí
yo sólo soy un ser ahí.
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