Las palabras como espíritus
se agolpan en el espacio que ocupa el médium
desesperadas por comunicarse.
No sé si llamar "don" a este poder maldito
de poder decirlo como nadie puede decirlo.
No sé si llamarlo "libertad"
porque no me es legítimo ignorarlo,
porque su voz es la de un deber
y no estaría tranquilo
siéndole irresponsable.
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