La fibras que componen el multiverso
son versiones de la partícula primordial
que retoza, se retuerce sobre sí misma,
y así se extiende.
Crea planos que vuelan por encima de ella
y la envuelven.
Le basta mirar hacia arriba
para generar universos paralelos.
El tiempo
es una interpretación de la distancia,
la distancia
es una interpretación de la corporalidad,
la corporalidad
es una interpretación de la energía:
la mónada se engaña a sí misma
y así se entiende.
No existe espacio entre nosotros:
en la amalgama lujuriosa
de la diversidad aparente
no hay espacio vacío,
no hay un punto donde no estés tú.
En el persistencia del presente,
no hay un pasado o futuro
en el que no nos conozcamos:
nunca estuvimos separados,
y yo nunca te extrañé
porque tú nunca te fuiste.
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