martes, 13 de diciembre de 2011

Mesina


Bien por "mala fortuna",
bien por su ubicación estratégica 
-ciudad portuaria en el estrecho 
entre la Península italíca y la Isla de Sicilia-,
fue atacada docenas de veces
por hordas de hijos de marte.
La primera guerra púnica,
la batalla de Lepanto
y hasta la segunda guerra mundial
produjeron en ella estragos y miles de muertes.

Algunas veces mataban a todos los hombres
y tomaban a todas las mujeres
Cuando los asesinatos y los saqueos no fueron suficientes
se atrevieron a abolir su senado
y su universidad,
atacando así directamente a su espíritu.
Y no siendo poca para la ciudad la maldad humana
la naturaleza inocente
envío terremotos y tsunamis
que mataron de nuevo a casi todos sus ciudadanos
y dejaron la ciudad en ruinas.
Y a través de los mercantes envió una peste
-la peste negra-
que mató a un tercio de los habitantes 
del Continente europeo.

Mesina fue la puerta de la muerte.

Con ese dolor insondable
y una magnífica nobleza,
Mesina hoy recibe a sus visitantes con una inscripción que reza  
"Vos et ipsam civitatem benedicimus"
("Te bendecimos a ti y a tu ciudad").

Tú y yo sabemos bien
qué se siente ser como Mesina.

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