Mi Magdalena,
jamás cometeré la impiedad
de negar que a través de tu amor
penetran hasta el corazón las lenguas de fuego
del Espíritu Santo.
Mi Yashodara,
jamás concebí la posibilidad
de lograr sagrada iluminación
esquivando algún día flechas y montañas de fuego
apartándome de tu lado.
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