Dos nubes de blanco vapor se mezclan,
y sus aromas.
Inhalo,
y son tan dulces las cerezas.
Dos nubes de blanco vapor,
dos almas,
se seducen.
Danse vueltas
en cámara lenta
hasta que se hace imposible
distinguirlas.
Deslízanse
con más delicadeza
que la tenue lluvia
en una tarde que no la esperaba.
Dos nubes de humo blanco
exhaladas por aristócratas victorianos
que recién experimentan
las exóticas maravillas de Oriente,
descubren al tocarse
el privilegio de desearse.
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