El negro es la plenitud de la forma,
no sólo la ausencia del color;
pues es el tacto el que, a ojos cerrados,
se siente acariado por la desnudez.
El negro es la libertad infinita,
la única manifestación que es realmente
un no dejarse apresar.
El negro es, por ende,
el divino egoísmo de la voluntad.
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