Me gusta mi época,
su música, su cine, su arte, su tecnología,
el abrumador acceso libre a la información
y la lenta proliferación de seres de mentes limpias
que no se tienen que aferrar a cada cosa.
Me gusta mi época,
el paulatino y tranquilo reconocimiento de lo absurdo
y, aun así, la pérdida del miedo a lo infinito;
la especialización del saber, la usabilidad de la red,
la oferta de todas las cosas, las asociaciones por cualquier causa;
sobre todo, la por fin actual posibilidad de diseñar al hombre.
Lamento contigo tan sólo la terrible competencia
que no sé qué tan esencial le sea a todo el proceso,
que no permite que lo apreciemos, que nos ahorca,
que lo requiere todo pronto, que nos enreda la lengua,
que hace que mis amigos se vuelvan meros esquemas sin contenido,
productivos, amables, pero insípidos.
Pero bueno, la vida ha de olvidarnos,
así que mejor me olvidaré de la vida.
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