He aquí que,
pese a que no tengo necesidad de mentirme
ni la felicidad ni la tristeza,
y aunque me especializo en establecer diferencias
y no dicotomías,
y no creo en esencias ni individuos,
mucho menos en la seriedad y la pesadez,
he resultado intrascendente en tanto que causa,
es decir, no incidente en lo que acontece,
impedido por principio para ser algo apercibido,
incapaz de constituir interferencia.
Mi piel se ha vuelto traslúcida y traspasable.
Mis emociones impotentes de hacerte bien.
Mis ideas incomunicables,
o bien comunicables pero no escuchadas,
o bien escuchadas pero no atendidas,
o bien atendidas pero incomprensibles,
o bien comprendidas pero olvidadas.
Tornose toda mi presencia tan ridícula y no incidente,
que hasta para los serse más ridículos y no incidentes
soy apenas una brisa que pasa.
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