Era sencillo escribir: había palabras disponibles y los colores
de los sentimientos eran definidos y distintos.
Sabía ?más que menos? lo que estaba sintiendo.
Jugaban y se armonizaban casi por sí mismos los términos,
y mi intervención se reducía a la de aquel que le prestaba a la tinta el vital instinto.
Mas ahora tardan más estos bichos negros en salir que yo en querer exterminarlos.
Ahora lo veo todo en escala de grises, escala de confusos matices.
Ahora soy más fuerte, pero no deseo luchar ni resistirme,
más ambicioso pero no avisto ni una esperanza ni un final.
El tiempo perfora mi pecho y se desliza haciéndose más ancho dentro de mí,
y desplaza así ?lentamente? todos mis órganos,
y le da a mi sangre una contextura de nube invernal.
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